lunes, 23 de enero de 2012

¿Por qué debemos amar a Nicaragua?

Publicado en END 01/02/2004

Ser estudiante, hoy en día, es un reto. Saber que el mercado de trabajo cada día es más selectivo, y no precisamente por las habilidades o conocimientos de una persona, sino por lo que llamamos “tráfico de amistades”, es difícil. Es difícil saber que no existe una jerarquía de trabajo en la que uno sepa que eventualmente si se esfuerza puede llegar a algún lado; por ello uno se preocupa mejor por aprender a quién debe conocer y a quiénes no. 

Es difícil entender que Nicaragua es mucho más que Managua, y falta sólo abrir los ojos para darse cuenta de que la pobreza en nuestro país es atropellante, en las calles cada día hay más niños, más ancianos y discapacitados desamparados, pues proyectos de ayuda y educación no son prioridad en la agenda de nadie. Es difícil entender el gasto de millones en “campañas anticorrupción”, pues dentro de tanta suciedad, no se puede distinguir quién es corrupto y quién no. Es difícil ver las noticias y no sentir la necesidad incesante de llorar, no un llanto normal, sino desesperadamente, al ver cómo el sistema judicial es inservible y que es sólo un juguete del gobierno o de “quienes tienen el poder”. Es difícil para un estudiante de Derecho entender que lo que está estudiando es ficción, y pronto se dará cuenta, al llegar a la calle, que “así no es como funciona la cosa”. Más difícil es para un estudiante de Ciencias Políticas saber que, como político, en este país siempre será tachado de ladrón y de Judas, y que muy posiblemente lo sea, porque el medio no le “permitirá” otra cosa.
Es difícil ver cómo nuestra cultura y nuestra dignidad se nos van de la mano, cuando nos insultan públicamente y no tenemos mucho que decir. Nos alegramos por clasificar dentro de los países más necesitados del mundo, pero esa alegría no nos deja ver más allá que eso. Es difícil entender que un país tan bello no lo conozcamos ni nosotros mismos, ir a la Costa Caribe es como un viaje al extranjero, donde encontraremos personas que no se identifican con nosotros y con las cuales tampoco nosotros nos identificamos.
Es difícil pelear una frontera que hace muchos años perdimos, porque lo más grave que puede haber en un país, es que sus propios habitantes no se sientan orgullosos de quiénes son y a dónde pertenecen. Es por eso que debe ser tan difícil vivir en este país, porque no tenemos esperanzas en él ni en nosotros mismos como nicaragüenses. Bien podríamos vender nuestra nacionalidad y con gusto cambiarla por cualquier otra, ¿y saben por qué? Porque no sabemos amar a Nicaragua, debido a que no la conocemos aún. Vivimos en un país rodeado de paisajes, basta nada más alargar la vista unos metros para descubrir que la naturaleza vive entre nosotros y no debemos ir a buscarla a ninguna parte. Somos gente alegre, que aún tenemos una identidad en común, somos personas humildes que no se discriminan entre sí.
Debemos amar a Nicaragua, porque somos un gran grupo de jóvenes que podríamos hacer la diferencia si empezáramos por alzar la bandera muy alto y cantar nuestro himno nacional con mucho orgullo. Es así como Nicaragua podría volver a nacer y recuperar todos años de retraso que llevamos; sólo así podremos unir nuestra identidad nacional en una sola. Debemos amar a Nicaragua porque todavía somos personas de familia, donde cultivamos valores y principios que podemos enseñar a los demás. Debemos amarla porque es aquí donde criaremos a nuestros hijos, y no podemos permitir que el dolor profundo que algunos sentimos al ver a personas tan despiadadas que no saben amarse más que a sí mismas, lo sientan nuestros hijos algún día, y no podamos asegurarnos de que ellos aprendan a ver este país como suyo, como aún estamos a tiempo de enseñarles. Debemos amar a Nicaragua porque es nuestra y bien vale la pena pelear por ella, y, sobre todo, estar orgullosos de ella, de nuestra linda Nicaragua

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