lunes, 23 de enero de 2012

Nuestro legado a la Historia

Publicado en END 03/10/2004

Muy difícilmente podríamos digerir la cantidad de situaciones que se viven hoy día en el mundo, en medio de la desesperación de muchas personas a raíz de la pobreza, el terrorismo, la corrupción y las desigualdades. No queda duda que vivimos en un momento crítico de la Historia.

La Historia, fue un elemento recurrente en los discursos de los señores presidentes ante la Asamblea General de las Naciones Unidas este septiembre. ¿Cómo nos recordará la Historia? ¿Qué habrá hecho nuestra generación para mejorar el curso de la Historia? Desearía que las respuestas a estas preguntas fueran positivas, quisiera poder afirmar que las grandes potencias que cuentan con la capacidad de generar cambios se han preocupado por dirigir sus actividades para lograr el mejoramiento del nivel de vida de todos los seres humanos que habitamos este planeta. Desgraciadamente no es así, las futuras generaciones muy vergonzosamente nos recordarán y, contrario a lo que dijo Fidel Castro, jamás nos absolverán. El significado de la democracia que para muchos aún significa igualdad, legalidad, participación, representación y libertad, para las futuras generaciones significará un eufemismo para encubrir acciones arbitrarias de Estados que cuentan con “poder”.

Nuestro pequeño país no es ajeno a la realidad del mundo, vivimos una realidad abrumadora en medio de la pobreza, el hambre, las enfermedades y, por supuesto, lo más insólito: la actitud despiadada de nuestros gobernantes corruptos. Sabias palabras las del señor Roberto Terán, al pedir a los gobernantes tener compasión con la nación.

Si salimos de nuestra realidad y observamos la imagen del mundo, se le van agregando más y más elementos negativos que sólo me hace recordar y reafirmar la célebre frase de Hobbes: “el hombre es el lobo del hombre”. No me es posible encontrar otra explicación para entender lo que sucedió en Rusia, tomando injusta y despóticamente la vida de cientos de niños y personas inocentes, o lo que sucede actualmente en Darfur o en Uganda. En Darfur miles de miles de personas son víctimas de una guerra atroz, calificable como genocidio, niños, mujeres y la sociedad civil en general ha sido desplazada de sus hogares, las mujeres violadas, los niños capturados, padres y hermanos asesinados, ancianos que mueren cruzando el desierto esperando llegar a la frontera, actos incalificables e indescriptibles.

En Angola, una lucha por “ideales políticos” ha significado la muerte de miles de personas, reclutamiento de niños para la guerra en cantidades masivas y el sometimiento de muchas personas a torturas físicas y psíquicas indefinibles, bajo el pretexto de considerárseles “cómplices” o “aliados” de un bando, que ya ante tanta desgracia les queda muy difícil identificar o diferenciar. Excelente pregunta es: ¿Qué han hecho las grandes potencias para mejorar esta situación? Triste respuesta: Nada.


Vale recordar hace año y medio, cuando todos justificamos una guerra en “contra del terrorismo” y muchos honraron el noble propósito de una nación por erradicarlo, sin embargo, los distintos acontecimientos actuales dejan claro que la verdadera lucha era por demostrar una hegemonía mundial y por burdos fines económicos. Pero el señor Presidente de los Estados Unidos, ante la Asamblea General recalcó la gran labor que su país hacía en Irak “democratizándolo” e, incluso, afirmó cómo la historia guardará orgullosamente dicha labor. El señor Bush, seguramente no estaba atento cuando el Presidente de España, señor José Luis Rodríguez Zapatero, muy correcta y valientemente dijo: “…La guerra era mucho más fácil de ganar que la paz. La paz es la tarea. Una tarea que exige más valentía, más determinación y más heroísmo que la guerra”. Seguramente tampoco estuvo atento al discurso del señor Secretario General cuando dijo que; “Ninguna causa, ningún agravio, por legítimos que sean en sí mismos, puede justificar actos semejantes que nos ponen a todos en evidencia…Quienes pretenden conferir legitimidad deben primero encarnarla y quienes invocan el derecho internacional deben someterse a él”.

Me imagino que el Presidente de España y el Secretario General, al decir esto, recordaban los múltiples maltratos e injusticias a los que ha sido sometido el pueblo iraquí, “ahora libre”, injusticias como: población civil sacrificada a sangre fría, trabajadores humanitarios, periodistas y demás personal no combatiente tomados como rehenes y asesinados e, incluso, cómo prisioneros iraquíes eran objeto de maltratos.

Fuera de estos acontecimientos actuales de nuestra realidad internacional, existe otro escenario que no es calificable como una violencia a gritos, como la mencionada anteriormente con los casos de Rusia, Darfur, Angola e Irak, el otro escenario es una tragedia silenciosa pero latente en todas partes del mundo: la pobreza. La pobreza se vive en todos los continentes del planeta, es fuente de múltiples males que aquejan a la sociedad mundial, es la principal causante de la muerte de millones de personas. A diario escuchamos las alarmantes estadísticas; mil millones de personas viven con un dólar al día, más de ochocientos millones de adultos son analfabetos, ciento cincuenta millones de niños no tienen acceso a ningún tipo de educación, más de mil millones de personas carecen de agua potable, y así a diario recibimos muchísima información sin lograr jamás digerirla.

Recordemos ahora el logro que tendrá nuestra generación. ¿Qué hacemos nosotros para mejorar alguno de estos dos escenarios?, ¿qué hace el gobierno de Nicaragua por la extrema pobreza en que se encuentra gran parte de su población?, ¿qué hacen las grandes potencias por mejorar el terrible escenario internacional? Las respuestas a estas preguntas se guardarán en su subconsciente. En fin, no podemos más que avergonzarnos del legado de nuestra generación a la historia, y esperar que de nuestros errores aprendan las futuras generaciones y brinden alguna esperanza al mundo.

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