lunes, 23 de enero de 2012

Nuestra realidad en boca de jóvenes

Publicado en END 09/05/2004

Platicando entre jóvenes hace unos días nos preguntábamos quién será electo en las próximas elecciones. De repente hubo un rotundo silencio y fue en sus caras mudas y envejecidas de tristeza que nuevamente entendí que en Nicaragua no existía política ni democracia y que las próximas elecciones serán una farsa igual que las anteriores. No podremos escoger a quien gobierne nuestro país, cuando el país se encuentra secuestrado en manos de dos partidos, que se disputan, como si fueran pasteles, los poderes del Estado y el Poder estatal. Mis acciones fueron igual de pasivas, un nudo era mi garganta. Bajé la cabeza cuando me preguntaron y solo acerté a decir lo que había escuchado anteriormente en boca de un analista político: “el concepto de política en Nicaragua se asemeja más al concepto de pandillas; y el concepto de líder está más ligado con el concepto de ‘el hombre’ o ‘el gallo’”.

Discutimos largas horas analizando que podríamos hacer para mejorar el país, como hacen los jóvenes que todavía tenemos algo de esperanza. Recuerdo que decíamos, entre muchas ideas, sobre la posibilidad de subir impuestos, de manera que hubiese más dinero para mejorar los presupuestos de los ministerios de Educación y de Salud que, verdaderamente, dan pena. También analizábamos la idea de empezar una campaña de alfabetización en los departamentos; o hacernos parte de un tercer partido político para demostrar que sí se puede ser miembro de uno, sin que en la calle lo tachen de “ladrones” o de “asesinos”.
Muchos de los que estábamos platicando somos estudiantes de Derecho, por ende también discutíamos la posibilidad de apoyar una Carrera Judicial que cambiara el hecho de pensar en las magistraturas como puestos “burocráticos”, pues no hay otra forma de explicar el hecho digno de Ripley de una Magistrada que diga: “Yo no sabía lo que estaba firmando, a mí sólo me lo enseñaron”, así como tampoco podemos razonar como un “abogado” que jamás ha conocido de estudios reclame un puesto sólo por apoyar determinado partido o caudillo.
Después de largas horas de plática, terminamos con el corazón pequeño y la cabeza aún más baja, porque dedujimos que no hay forma de frenar a los “gobernantes reales”, ya que tienen amarrado todos los puestos susceptibles del más mínimo poder. Algunos de los presentes dijeron que la solución era irse de Nicaragua, pues aquí nada valía la pena, y en “otro país” tenía sentido esforzarse, y uno se esforzaba lo suficiente podía llegar a ser “alguien”.
Empezó el debate nuevamente, cuando otros discutíamos sobre cual era entonces el “orgullo” proclamado de ser nicaragüense, si nos preparábamos para dar frutos en otro lugar, si no podíamos enseñarles a nuestros hijos amar a nuestro país como nosotros lo hacemos.
Yo mantengo mi esperanza, pues sé que un día, más pronto que tarde, se multiplicará mi sentir con el corazón de otros jóvenes creando un eco fuerte, muy fuerte. Entonces habremos analizado realmente qué vemos en la televisión, qué imagen vendemos al exterior y en quiénes nos estamos convirtiendo cuando institucionalizamos la frase: “sin pata no hay trabajo”, y sepamos que sí, hay frutos en, por ejemplo, pagar impuestos, pues el dinero no irá a pagar una casa playera, ni pagará cuentas en el exterior ni mansiones en la cuidad

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