lunes, 23 de enero de 2012

¿Cómo podremos esperar el futuro de Nicaragua?

Publicado 25/07/2004

Es moda hoy en día hacer comisiones y reunirse entre asesores y consultores sobre cómo solucionar los problemas de Nicaragua, discutimos el problema de la corrupción y analizamos cuáles han sido “los más ladrones”. Si reflexionáramos un poco llegaríamos a la conclusión de que, en realidad, aún no ha existido un gobierno capaz de sentir amor y estar preparado para conducir esta patria. Los jóvenes debatimos sobre posibles soluciones aun a problemas que parecen no tener ninguna solución.

Los problemas de pobreza, educación, infraestructura, corrupción y deudas nos llevan a un círculo vicioso que parece no tener cómo romperse. En muchos países, lo que ha roto el círculo vicioso ha sido la educación, el arma más segura para lograr el desarrollo. Con educación una persona siempre podrá lograr superarse, más aún un país.

Sin embargo, considero que la solución a nuestros problemas está un paso atrás de lograr un sistema educativo eficaz. Un paso atrás, me refiero no a que exista algo más importante, sino a la existencia de cosas posibles de subsanar para poder poner en marcha cualquier proyecto. Ese paso atrás está en que los políticos de nuestro país se den cuenta de la existencia de un problema y que la solución no la encontraremos con proyectos de breve vigencia y nunca logran desarrollarse por su característico “falso liderazgo”; se esmeran tanto en borrar cualquier cosa que pudiese haber hecho el gobierno anterior para probar, según ellos, que tienen mejores proyectos.

¿Cómo podremos esperar el futuro de Nicaragua? ¿Cómo esperar un cambio, cuando nunca verdaderamente emerge ninguno? Un proyecto jamás se discute a conciencia, si las prioridades de los gobernantes están tergiversadas y las necesidades del pueblo son claras, pero nunca tomados en cuenta. Nicaragua necesita forjarse un destino y trazarse un sendero, a ver si los políticos están dispuestos a caminarlo por lo menos los próximos cincuenta años y así podríamos empezar a sanar el subdesarrollo que nos caracteriza en todos los sentidos. Es la “inmadurez de nuestros políticos”, comentaba una docente el otro día; totalmente cierto, nuestra vida como nicaragüenses en medio de un “dime que te diré” no tiene otro nombre por el cual llamarlo, si no como un “absurdo”. Ver la televisión nos parece más inconcebible, irónico, desesperante y humillante cada día.

Nuestro futuro no está en manos de un gobierno, ni podemos depender de los resultados de las elecciones para esperar un cambio; los nicaragüenses vivimos en todo fervor el “día a día” por la incapacidad de los poderes del Estado de garantizar algún tipo de seguridad. Nuestro futuro va empezar el día que se olviden de ver al gobierno como un pastel y dejen de preocuparse de cómo se reparte para ver quién puede lograr el mejor pedazo. Empezaremos a ver un cambio cuando tracemos una línea y sin corrupción y con verdadero liderazgo nuestros políticos tomen conciencia nacional.

Si logramos acabar con el “falso liderazgo” y con la “inmadurez política” características, seremos capaces de lograr grandes cosas; somos inmaduros, al grado de justificar el robo de una persona, porque el de otro fue mayor. ¿Cuánto tiempo más seguiremos pensando que borrar todo lo hecho por los gobiernos anteriores es ser “mejor presidente”?

Es correcto querer subsanar sus errores, pero es incorrecto pensar que todo fue malo y nada puede continuarse. Más aún, los proyectos empezados por este gobierno no serán continuados por el siguiente gobierno, y desgraciadamente no es en cinco años que Nicaragua logrará salir adelante, tomará muchos años más. Los “proyectos” jamás dejarán de ser semillas sin sembrar hasta cuando pase por las manos de todos y sean considerados a conciencia al elaborarse.

¿Cuál es el remedio para nuestros políticos? ¿Dónde está el futuro de Nicaragua? ¿Cuántos pobres más tenemos que albergar en nuestro país? ¿Cuándo pondremos atención a lo que está sucediendo?

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